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domingo, 30 de agosto de 2015

LA CUEVA DEL HIELO – DESCRIPCIONES E HISTORIA

RESUMEN HISTÓRICO

En el entorno del refugio de Altavista en el Teide, está la llamada “Cueva del Hielo". Se encuentra ubicada, a 3350  metros de altitud sobre el nivel del mar, aproximadamente a unos 500 metros sobre el pequeño valle que forma Altavista.

En realidad la cueva es un pequeño tubo volcánico que forma una caverna de unos 48 metros de longitud, unos 9 metros de altura y unos 15 metros de ancho. Parte del techo se ha hundido, quedando un hueco por el que se desciende hasta el fondo de la misma.

La primera referencia documentada de la cueva la realiza el escritor inglés Thomas Sprat en 1667 en un artículo publicado en la Royal Society, basándose en los relatos realizados por unos comerciantes ingleses que ascendieron al Teide en 1646.

A la cueva se ha bajado utilizando una o dos sogas que se ataban a los peñascos del lugar, por una escalera de madera (Glas la menciona en 1764), por una escala de cuerda y palos de cinco varas y media de largo (descrita por Víctor Pruneda en 1848), por una escalera de madera de pino construida por Smyth (descrita en su libro y mencionada por Olivia Stone como construida por aquel en 1856), de la que en 1886 solo quedaban dos peldaños. En el presupuesto del Ayuntamiento de La Orotava para los años 1895/96 consta una partida de 50 pesetas para la instalación de una nueva escalera. En 1922 se menciona la existencia de una "moderna" escalera de pino. Actualmente se accede a la cueva a través de una escalera de hierro, colocada en 1926 por el Ayuntamiento de La Orotava con motivo del Congreso Geológico Internacional (mencionada por Fray Albino - Obispo de Tenerife - en el año 1927).


Fotos: Rafael Cedrés


El hielo y el agua de la cueva en el pasado se utilizó como recurso de abastecimiento para los montañeros y científicos que subían al Teide, especialmente en verano, por ser el único lugar que conservaba estos elementos todo el año. Los neveros (denominados así por dedicarse a la explotación de este elemento), principalmente de La Orotava, extraían el hielo de esta cueva y lo transportaban en burros y mulas hasta los pueblos para ser vendido. La primera referencia escrita a esta actividad la hace Staunton en 1792.

Tiempo atrás, la entrada estaba señalizada con una cruz de madera (mencionada por Viera y Clavijo en 1772). Cuando Piazzi Smyth la visitó en 1856, solo queda la estaca vertical (menciona que tiempo atrás esa estaca tenía un travesaño atado formando una cruz). En 1900 ya no quedaba el más mínimo rastro de ella.

Cuando Piazzi Smyth construyó el primer refugio en Altavista, en el año 1856, consideró como una de las bondades de Altavista para establecerse en el lugar la cercanía de la cueva, que le permitía disponer de agua durante su estancia.

Desde 1901, cuando Graham Toler construyo el primer refugio de mampostería en Altavista, se utilizaba la cueva como fuente de suministro de agua. En 1932 se plantea por primera vez la necesidad de instalar una tubería para la conducción del agua desde la cueva al Refugio. Con la construcción del nuevo refugio por los años 50, se instaló una tubería que unía los dos lugares.

En 1966 las referencias documentales apuntan a que la cueva ya no conserva la cantidad de hielo de épocas pasadas, debido a las acciones de extracción del hielo. Además la cueva fue dinamitada, rompiéndose la capa impermeable del fondo, lo que hace que el lago procedente del deshielo en verano se filtre y prácticamente desaparezca.

A lo largo de la historia se ha conocido como "Cueva de Las Nieves", "Gruta del Hielo", "Pozo de la Nieve" o "Cueva del Hielo".



Desde el punto de vista histórico aún queda por determinar si los guanches llegaron a visitarla alguna vez y cuando comenzaron los neveros a extraer el hielo de su interior.



EXTRAYENDO HIELO Y AGUA DE LA CUEVA

La primera referencia escrita de la extracción de hielo la hace Staunton en 1792: "El hielo o el agua, según el caso, se extraía amarrando los barriles o bloques de hielo a las mismas cuerdas por las que se bajaba, el nevero subía por las cuerdas, tiraba de las cargas y luego volvía a bajar para repetir la operación nuevamente. En el caso del hielo, previamente había que cortarlo en bloques."

Charles Piazzi Smyth mientras realizaba observaciones astronómicas desde los altos de Guajara en 1856, detectó que el lugar presentaba los graves inconvenientes de los fuertes vientos y del poco refugio natural de la zona, decidió que debía buscar un nuevo sitio para continuar sus observaciones. Se decidió por Altavista al tener conocimiento que el lugar era frecuentado por isleños que extraían hielo de una cueva cercana, punto que debía ser en el que una noche divisó una hoguera. Este lugar además estaba todavía a una mayor altitud que el actual de Guajara. El 28 de agosto de 1856 se trasladaron a Altavista comprobando que el sitio reunía las condiciones necesarias y la cueva del hielo permitiría obtener agua más fácilmente que en Guajara.





Ramón Hernández Poggio en su relato de ascensión al Teide (1867), dice: "... vimos a varios hombres cargados con grandes banastas, que subían con una ligereza y agilidad estremada por aquellas peñas terribles y en confuso orden. Eran los neveros que teniendo que dejar en Altavista las caballerías, subían con las banastas para lanzarse sudados en la Cueva del Hielo..."

Nota: una banasta es una cesta grande de mimbre

Fray Albino G. Menéndez Reigada, Obispo de Tenerife recoge en su descripción del viaje que realizó al Teide para oficiar una misa en el pico el relato que le contó el arriero Martín en 1927: "... de pie sobre una roca, nos hacía el relato pintoresco de los tiempos en que él subía de noche a buscar nieve en la Cueva del Hielo, o para alguna fiesta, o para algún enfermo. Ahora con el hielo artificial ya no hay necesidad de estas cosas, decía. La Cueva del Hielo está muy honda y entonces no había escalera para bajar. Y a la luz de la luna, si la había, o alumbrándose con un pedazo de tea, se descolgaba por las dos sogas de los mulos, cuyos extremos había sujetado primeramente de algún risco. Dentro ya de la cueva, cortaba el hielo; hacía las cargas, y las sujetaba bien al extremo libre de las dos sogas. Después subía él de nuevo por las sogas; y una vez arriba, iba tirando primero por una y luego por otra hasta sacar las dos cargas de hielo. Después la misma operación, hasta sacar otras dos cargas para el segundo mulo, pues, según dice, solía llevar casi siempre dos bestias. Les arreglaba las cargas sobre el lomo, y ¡ea!, con luna o sin ella, a bajar camino de la Orotava, que también estaba mucho peor que ahora..."


GALERÍA DE FOTOS HISTÓRICAS Y ACTUALES DE LA CUEVA DEL HIELO

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DESCRIPCIONES DE LA CUEVA DEL HIELO

A lo largo de la historia han sido muchos los visitantes que han subido al Teide (con interés científico, botánico, geológico, astronómico, turístico, etc.)  y nos han dejado su descripción más o menos detallada de la cueva (la mayoría de las descripciones se han traducido de la fuente original).

La primera descripción escrita de la que tenemos constancia la realiza en 1667 Thomas Sprat1, escritor inglés, que la describió (en un artículo publicado en la Royal Society - Relación del Pico de Tenerife …), basándose en el relato realizados por los comerciantes ingleses, Mr Clappham, Philips Ward, John Webber, John Cowling, Thomas Bridges y George Cove, que ascendieron al Teide en 1646: “…hallamos una cueva' de diez yardas de profundidad, aproximadamente, y quince de ancho, en forma de horno o cúpula, con un hueco en la parte superior, que es de unas ocho yardas; por éste descendimos con una cuerda, que nuestros criados sostenían desde arriba, mientras que nos habíamos amarrado a la cintura la otra extremidad de la cuerda, pudiendo oscilar hasta alcanzar un montón de nieve, sobre el que nos deslizamos y caminamos. Nos vimos forzados a oscilar durante el descenso, porque en medio del fondo de esta cueva, debajo de la entrada, hay un hoyo con agua, que se asemeja a un pozo, cuya superficie está una yarda más abajo que la nieve, pero que es tan ancho como la entrada de arriba y tiene seis pies de profundidad. Suponemos que esta agua no pertenezca a un naciente, sino que sea nieve fundida o agua que se filtra por las rocas." "...A los lados de la gruta, hay trozos de hielo que cuelgan hasta llegar a la nieve…”

Bernard Walsh2 (Bernardo Valois) en 1687 escribe en su diario:  "... Era una gran cueva en el corazón del Pico, llena de un agua excelente, que fluye y refluye del hielo en abundancia. Se dice no tener fondo, pues se han usado 32 [¿brazas?] de cuerda y no se ha podido tocarlo. Nuestro guía nos contó que fluye y refluye dos veces al año. Es una cosa extraña de contemplar a tan gran altura..."

Mr. J. Edens3 en 1715 escribió “… Nos dirigimos a una cisterna de agua... La cueva estaba seca y caminamos por toda la cueva... la parte profunda de agua estaba por encima de dos brazas,... Las dimensiones de esta cueva son: Longitud aproximada de 35 brazas, Amplitud 12 y profundidad 14 de arriba a abajo...

Tenía bastante hielo y nieve. El hielo era de un gran espesor y el agua cubría las rodillas...  El agua estaba extremadamente fría..., en los bordes había salitre,... Dentro de la cueva, un poco a la derecha se ha levantado un montón de hielo, en forma de torre..."

En 1724 Feuillée4  Menciona la cueva del hielo y desmiente la existencia de un pozo de gran profundidad que comunica con el mar.

Thomas Herberden y William Herberden5 relataron en 1752: "...llegamos a la famosa cueva del Teide. Está rodeada por todos los lados (o más bien enterrada) entre grandes malpaíses, o roca volcánica, entre los que se descubre la entrada de unos seis pies de altura y cuatro pies de ancho. La cueva parece ser de unos quince pies de ancho en la entrada. Desde que la entrada a la superficie del agua, que cubre la parte inferior, parece ser de unos doce o catorce pies. La parte superior y los lados de la cueva son de piedra lisa. La parte inferior está cubierta con hielo o nieve; por encima de la cual hay una masa de agua de alrededor de medio metro de profundidad. Esta cueva es el gran depósito de nieve de la isla, desde donde se suministran, cuando sus depósitos comunes se vacían..."

George Glas6 en su libro “Descripción de las Islas canarias” escrito en 1764 recoge: “…Entre ellas (referido a las rocas de colada por las que andaban) hay una caverna, en donde hay un pozo o embalse natural, al cual bajamos por una escalera que la gente pobre tenía allí colocada para este fin. Esta caverna es espaciosa, pues tiene casi diez yardas de ancho y veinte de alto; todo el fondo está cubierto con agua, excepto precisamente al pie de la escalera, y con una profundidad de dos brazas y que estaba entonces helada hacia los bordes internos de la cueva; tratamos de beber de esta agua, pero no pudimos por lo helada; sin embargo nuestro guía llenó una botella..."

Charles de Borda en e libro "Voyage fait par ordre du roi en 1771 et 1772, en diverses parties...", - Volumen 1 publicado en 1778 dijo:
"... Hacia la mitad de la cima, a un tiro del camino,  a mano izquierda bajando, se encuentra en medio de una espesura negra, una cueva llamada Cueva del hielo; reconocemos la entrada por una pequeña cruz de madera plantada en el malpaís. Esta entrada mira al Este, tiene la forma de un cuadrado largo, su ancho es de tres varas o siete a ocho pies; la altura de unos diez pies. Hay diecisiete pies desde el umbral o la parte inferior de esta entrada hasta un tramo de escalones de piedra que se pueden ver a plomo en el interior de la cueva; este sótano es como una sala de estar abierta tallada, que se extiende en longitud de norte a sur. La entrada es por  el Este, como hemos dicho, descendiendo sin embargo un poco hacia el Norte. El ancho en la entrada puede ser de diecinueve a veinte pies; no es fácil determinar su longitud; hacia la parte sur vemos una prolongación larga; la oscuridad no nos permite descubrir su final: lo que vemos puede tener de 110 a 120 pies de largo. Todo el suelo de esta cueva es, o parece ser, de hielo. Sobre este hielo real o aparente hay como una vara o dos pies y medio de agua muy clara, límpida como el cristal, y extremadamente fría; la superficie llega hasta el pórtico del que hemos hablado; se baja allí por una escalera de madera para sacar agua. Cuando estás en este punto, puedes ver a tus pies bajo la entrada el comienzo de una abertura que, serpenteando un poco, sigue la pendiente. Se dice, que algunos animales o algunas cabras suben a la cima, llegan a la cueva y allí sacian su sed. Hacia la parte sur, en esta larga cavidad que hemos hablado, se oye y hasta se ve como pequeños hilos de agua que caen o gotas de agua que se suceden sin interrupción. En el lado norte vemos una masa de hielo que juzgamos que sirve como cubierta a cierta profundidad. De este mismo lado, y como del medio del fondo, se eleva un bloque de hielo, de la figura del pico, y como hecho alrededor; excede la superficie del agua por cerca de un vara, o dos pies y medio. Todavía hay en esta bodega varias otras figuras de hielo, como dos bloques de hielo, levantados una media vara sobre la superficie del agua, y colocados a ambos lados de la puerta, y puntas largas que salen del techo, y que se distingue muy bien desde el exterior de la cueva.."

José de Viera y Clavijo7 escribió en 1772 en las “Noticias de la historia de las Islas Canarias” (Tomo III – Capítulo IV – Descripción del Pico de Tenerife): “…Aquí se ve la famosa Cueva del Hielo, señalada con una cruz de palo, [y éste verdaderamente es un espectáculo peregrino].  «Está formada de peñascos quemados, pero de unión tan admirable y con un asiento tan sólido, que sostiene agua, hielo, nieve, salitre y excelente cristal. La puerta (o más propiamente la ventana, pues queda casi a nivel del techo) tiene tres varas de ancho y cuatro de alto. Nuestros viajeros bajaron por una escalerilla colgada de cuatro a cinco varas y, habiendo procurado examinarla con la posible reflexión, hallaron que la parte más larga de la caverna es de cuarenta y cinco varas y la más ancha de siete a ocho. Su techo es como una bóveda perfectísima de piedras enlazadas que desciende con una insensible curvatura hasta las paredes y se adorna con innumerables puntas, lágrimas, festones y carámbanos de hielo. Tenía en su fondo cerca de una vara de agua líquida, tan diáfana y fría, que no se pudo beber un vaso pequeño entre cuatro personas, y por entre ella se vislumbraba su lecho, que era un durísimo hielo que le da el nombre. Levántase del medio de este fondo, y cabalmente al frente de la entrada de la gruta, una columna de hielo de una vara de alto, que se asimila al mismo Pico, siendo de notar que en tantos años como se ha conocido existente no se le haya percibido disminución. Aseguran que si se rompe aquel hielo por alguna parte del fondo salta el agua por debajo a grandes borbotones, prueba evidente de que tiene origen más alto. También ha sido tradición que esta cueva carece de fondo conocido, pues, aunque se ha intentado escudriñarle algunas veces por medio de un escandallo con un cordel de 6000 pies, ha sido esfuerzo inútil. Quizá no se engañaron menos los que soñaron que el agua de la dicha caverna sigue los movimientos del flujo y reflujo del mar…”

Joseph de Varela y Luís de Arguedas - 1776 (Pendiente de encontrar el documento original)




J. Labillardiere8 en 1791 relata: “…tiene una abertura de un metro y medio. Debido a su altura bajaron por una cuerda. El fondo estaba cubierto de agua recubierta por una capa de hielo… El interior de la cueva estaba cubierto de copos de nitro.”

Staunton - 1792 (Pendiente de encontrar el documento original)

Bernardo Cólogan9 el 8 de septiembre de 1799, describe la cueva del hielo  en su descripción del viaje al pico del Teide realizado por canarios: "... se pudo acelerar el paso y llegar a contemplar una de las principales curiosidades que ofrece el viaje; hablo de la Cueva del Yelo.

"Esta se halla sita al naciente y sobre un brazo del volcán y cosa de hora y media de camino de la misma cima del Pico en lo más eminente de las faldas, como que es el punto más elevado, después de lo que llaman el Pan de Azúcar o Rapadura."

"Al entrar por la boca que tendrá como dos o tres varas de ancho y otras tantas de largo y una por lo más angosto, lo presenta un frente que diez y seis a veinte varas de largo y de ocho a diez de alto tan igual y reforzado que más bien parece la cantería y trabajado por mano de buen artífice, que no petrificado y labrado por el tiempo. Desde los toscos umbrales de la puerta no se llegan a describir los extremos de la cueva, pero si se logra la vista de un gran depósito de agua que está en el fondo, tanto más interesantes cuanto se hace más increíble como se puede estancar un líquido en un suelo tan agrio y desunido donde pareciera fácil su filtración. Tendrá este depósito tres o cuatro varas de hondura y es el agua tan limpia y cristalina que hasta la más pequeña piedra de su fondo se divisa. Lo que más admira es que la parte que está al naciente se hiela rara vez y la que está al sur y tiene cuatro a cinco varas en cuadro, la del norte que tendrá las mismas y la que mira al poniente con tres a tres y media se hielan frecuentemente, diferenciándose la consistencia del hielo con la estación del año en que se conserva. Al sur está un gran banco de nieve que podría ser carga para uno de los barcos de remo del tráfico de estas islas, curiosidad que transporta la imaginación del espectador a los climas y temperies más fríos. En esta cueva se oye estar cayendo continuamente un chorro de agua que solo se percibe bajando al interior y que debe destilarse, introducirse y quedarse en las concavidades de aquellos montes o tal vez buscar salida muy distante porque en las inmediaciones no se ven rastros de humedad ni corre arroyo alguno que dé razón del paradero"

Alexander Von  Humboldt10 entre 1814 y 1825 publicó “Relation Histórique du voyage aux Régions Équinoxiales du Nouveau Continent” en el que escribió: “… Situada a 1728 toesas de altura… La nevera natural del Pico, sin embargo no tiene las aberturas perpendiculares para que el aire caliente pueda salir, mientras el frío queda inmóvil en la parte del fondo. Parece que el hielo se mantiene debido a su acumulación, y porque su punto de fusión es más lento por el frío producido por la rápida evaporación. Este pequeño glaciar subterráneo se encuentra en una región en la que es probable que la temperatura media no es menor de los 3º…, no está alimentado por aguas de nieve provenientes de las montañas. Durante el invierno la cueva se llena de hielo y nieve; y como los rayos del sol no penetran más allá de la apertura de entrada, el calor del verano no es suficiente para vaciar el depósito. La existencia de  hielo natural depende menos de la elevación absoluta de la grieta y la temperatura media de la capa de aire en la que se encuentra que de la cantidad de nieve que entra en invierno y la paca influencia de los vientos calientes del verano…”

D.Jay. Browne11 escribe en 1834 "Letters from the Canary Islands" en las que nos deja la siguiente descripción: "...a las tres y media llegamos a La Cueva del Yelo, un glaciar subterráneo, en el que cogimos una excelente agua ... ─al descender del pico─ ... paramos en la cueva y nos refrescamos, tomamos sus dimensiones y la temperatura del agua que contenía. Se entra por una abertura irregular de unos ocho pies de diámetro, tiene quince pies de profundidad, veinticinco de ancho, y  doscientos pies de longitud. Su fondo es un lecho sólido de hielo cubierto con agua cristalina de un pie de profundidad, con una temperatura de 41º (supuestamente Fahrenheit - 5º C). Durante el invierno, esta caverna se llena de hielo y nieve; y como los rayos del sol no penetran más allá de su boca, los calores del verano son insuficientes para vaciar el depósito. Hay una tradición entre los nativos aquí, que dice que el agua de la cueva es insondable y que va y viene con el mar."

Manuel Ossuna Saviñón12 describe en 1834 en “Viaje al Pico de la Isla de Tenerife” su visita a la cueva: “…examinar la célebre gruta que llaman del hielo. Esta se halla situada á 1728 toesas sobre el nivel del mar, y por consiguiente debajo de los límites donde empiezan las nieves perpetúas en las zonas templadas. Su entrada queda casi á nivel del lecho y tiene tres varas de ancho y cuatro de largo. Bajamos á ella por medio de una cuerda de cinco varas de altura y vi con admiración los diversos objetos que contenía. Su tedio era una especie de bóveda adornada con innumerables carámbanos de hielo, algunas estalactitas y otras puntas graciosas formadas de las mismas rocas volcánicas. El agua era diáfana y sumamente fría y por entre ella se vislumbraba el hielo que ocupaba una extensión muy profunda. Observé la forma que afectaban algunas masas de aquella nieve, y hallé que estaban compuestas de octaedros regulares. En el agua encontré dos especies de monóculos, y habiéndolos examinado con el microscopio me parecieron nuevas e indígenas de aquel sitio. La una era perteneciente al género Anymone y la otra al Linceus. También observe algunas plantas acuáticas de géneros Fucus y Conferva. La congelación del agua que contiene esta cueva la atribuye Mr. de Humboldt a una evaporación local muy rápida. Y a la verdad, estando bajo 3° la temperatura media de la región en que se halla situada, no parece verosímil que pueda formarse de las aguas de la nieve que vienen de la cima de la montaña. La existencia de esta nieve natural depende más de la elevación absoluta de la boca de la gruta y de la temperatura media de la capa del aire en que se encierra, que de la cantidad de nieve que entra en el invierno y de los vientos cálidos que soplan en el estío. El aire contenido en el interior de una montaña con dificultad es desalojado. La nieve se encuentra en esta gruta todo el año, á causa de su acumulación y los grandes calores del verano no bastan para deshacerla…”

En 1836 Leopoldo Von Buch13 en su descripción de la isla de Tenerife escribió "...una gruta profunda cuyo fondo está cubierto constantemente de nieve... es extremadamente valiosa a causa del hielo que proporciona constantemente..."

En 1840 William R. Wilde14 se refirió a la cueva en "Narrative of a voyage to Madeira, Tenerife, and along the shores of the Mediterranean" escribiendo: "...Una caverna de gran tamaño, cuya temperatura es siempre tan baja que, aunque esté situada muy por debajo de la región de las nieves perpetuas, el hielo y la nieve que se acumulan en ella durante el invierno permanecen helados todo el año..."

Víctor Santos Pruneda15 en su estancia en Tenerife, escribió en 1848 "Un viaje a las Islas Canarias":  “… Está situada a 1.728 toesas sobre el nivel del mar, al pie de un enorme risco: su entrada que es por el techo, tiene cinco varas de largo y unas tres de ancho, asemejándose mucho a la escotilla de un barco, Desde luego causa una agradable sensación al viajero el aspecto interior de la caverna; desea impaciente penetrar en ella para ver y examinar las raras preciosidades que contiene disfrutando al mismo tiempo de la fresca y suave temperatura que se siente en el interior. Mirando por la abertura se ven en el fondo algunos riscos perpendiculares, elevados cosa de medio pie en la superficie del agua: sobre ellos se sostiene el que a la cueva desciende.




… bajamos con el auxilio de una escalera de cuerda y palos de cinco varas y media de largo. El barómetro marcaba 53 grados. Colocado… Su figura es parecida a la de un triángulo isósceles que corre del E. al SO. La base que mira al primer punto, y sobre la cual está la entrada, tiene aproximadamente diez varas de largo, y desde esta al extremo opuesto más de cuarenta. Mis compañeros practicaron diferentes ensayos con una cuerda, a fin de lograr dimensiones más exactas; pero no pudieron conseguirlo.

La gruta está formada por peñascos enormes, al parecer quemados; pero unidos naturalmente de una manera tan sólida y admirable que contiene un depósito de agua, hielo, nieve, salitre y hermosas cristalizaciones. A excepción de las peñas colocadas perpendicularmente a la entrada, todo el piso está cubierto con tres cuartas de agua sumamente fría y tan diáfana que deja ver en  el fondo un magnífico pavimento de hielo terso y brillante como el cristal más puro: resplandece de tal modo que deslumbra la vista. El agua se agita sin cesar en aquel receptáculo: es continuo su movimiento causado por las infinitas gotas,…

Aseguraban los antiguos habitantes de Tenerife, que cuando se rompía el hielo saltaba el agua por debajo a grandes borbotones; y esto dio margen a creer que hervía, y a muchos observadores para asegurar que tenía un origen más alto… Durante las grandes nevadas que cubren el pico,… la cueva se llena de nieve, de tal modo que a pesar de la considerable cantidad que se extrae para el consumo de varios pueblos y de la acción del sol muy activa y fuerte a tal altura, no se concluye nunca. Sin embrago, se conserva la tradición de haberse agotado enteramente por los años de 1600. En el verano se derrite parte de la nieve y se forma por consiguiente el depósito de agua que cubre el hielo, sosteniéndose siempre casi del mismo modo por las innumerables gotas que se filtran sin cesar de las peñas de la bóveda.

En algunos puntos se elevan sobre el agua gruesos montones de nieve de unos tres pies de altura; siendo muy particular, que hallándose colocados encima de una capa de hielo, y en medio de aquellas aguas tan frías, se mantenga la nieve en un estado tal de blandura que puede cogerse con las manos.
El techo de la cueva es una bóveda perfecta, y parece construida por el arte: se eleva cuatro varas y media sobre el nivel del agua presentando una vista deliciosa.

Multitud de carámbanos de hielo, estalactitas, hermosos festones, puntas, dibujos y otros mil variados caprichos, forman un conjunto agradable. En un lado, a dos o tres varas de la entrada, se veía como un hermoso quinqué de figura triangular, con adornos de singular belleza y de tan exactas proporciones, que parecía fabricado y colocado allí por la mano del hombre. Los puntos laterales de la gruta están incrustados de algunos fragmentos de salitre y de grandes y pequeños pedazos de hielo cuadrados, triangulares, redondos, ovalados y de otras figuras, semejantes a espejos de cristal más puro y diáfano…”

Charles Piazzi Smyth y Anne Duncan (esposa de Piazzi Smyth)16,  recogen en su libro  "Tenerife Astronomical Experiment" publicado en 1856: "... Hasta que llegamos a la cruz que actúa como marca de esta maravillosa fuente de agua, en un desierto desolado de lava. --La llamada  cruz, no era más que un palo delgado, según nos dijeron, había tenido un palo atado formando una verdadera cruz, pero aún así, era una marca eficaz entre las masas de lava negra.--" "... llegamos a la entrada de la cueva del hielo, un agujero de unos tres a cuatro pies cuadrados, oculto hasta que uno esta cerca de él. Un lugar desagradable al mirar hacia el interior; porque  la entrada está en el techo; a unos veinte pies de altura por encima del fondo de roca."
"... Un hombre tenía que descender, balanceándose por una cuerda anudada (cada cierta distancia), cuando llegaba al fondo, se bajaron los barriles. El los llenó de agua, para lo que disponía de un gran estanque completamente repleto,   que no estaba en la vertical de la abertura. Después de que los barriles se hubieran vuelto a izar, empezaba el problema de izar al hombre, porque cogido con sus manos y brazos sobre la superficie áspera de la cima de la cueva, no había apoyo para los pies sino en la la cuerda."
"... para resolver los inconvenientes del descenso, el carpintero del yate construyó una escalera de madera, ..., con la que se podían bajar la maquina fotográfica y las placas de colodión; la dejamos allí, como un regalo a los neveros."

Visitaron la cueva en 1856, realizando fotografías  y revelaron las fotos con agua procedente de la misma.

Karl Von Fritsch17 dijo en 1862: “…La presencia del hielo en la cueva,…, es muy natural en semejante altura, y parece obvio añadir que la parte inferior y primeramente congelada impide la filtración de la que se liquida en verano…”

Richard Francis Burton18 en su libro Wanderings in West Africa From Liverpool to Fernando Poo, publicado en 1863 recoge: "... por debajo de la línea de las nieves perpetuas... por ejemplo la Cueva de Yelo, o la cueva de hielo a 11,085 pies sobre el nivel del mar la congelación (referida a la nieve) dura a todo el año..."

En el diccionario de Historia natural de las Islas Canarias19 de 1866 se define el CRISTAL DE ROCA (Crystaüus Rupea, Wall) como una especie de piedra fina, blanca, transparente, en forma de columnitas o prismas de seis faces, terminadas en pirámides hexaedras, que chispean heridas del eslabón y no hacen efervescencia con los ácidos. Encuéntranse en los techos y paredes de algunas grutas de nuestras islas, como en la famosa caldera de La Palma y en la cueva del hielo del Teide en Tenerife.



E. Haeckel20 en 1870 escribió: "... Se trata de una profunda cueva, en la que nunca penetra un rayo de sol y en la que todo el verano la nieve se mantiene helada..."

En 1880 Jules Joseph Leclercq21 en su sus "Voyage aux Iles Fortunées: lettres des Canaries" escribió : "...cueva de nieve donde los guías acostumbran a renovar la provisión de agua... Este glaciar natural se abre en medio de una colada de lava... el interior (fondo) se llena de una gran cantidad de nieve que nunca se funde, incluso con las altas temperaturas..."

Anne Brassey22  en “Un viaje en el Sunbeam”  escrito en 1881 recogió: "...los guías volvieron pronto con barriles de agua llenos de hielo adquirido en una caverna situada más arriba, donde hay una corriente de agua permanente..."

La Revista de Canarias23 en 1881 publica: “…esta nevera natural se abre en medio de una corriente de lava, á poca distancia de un sitio en el que habíamos encontrado ardientes vapores de agua; siendo ésta una de las no más pequeñas curiosidades que ofrece el Teide. Su fondo está lleno de una gran acumulación de nieve que no se funde ni aun bajo los más intensos calores…”

Richard F. Burton24 escribió en 1883: "... La cueva, un simple agujero en la lava traquítica, se abre hacia el este con una entrada de unos cuatro pies de ancho. El aspecto general es el de una gran burbuja en un pan horneado. En el interior estalactitas, posiblemente carámbanos bajo el techo, y una capa de hielo de color verdoso en el suelo. Un canal parte desde la entrada, mostrando signos de desgaste de agua, y los bloques de traquita están tan cargado de feldespato blanco brillante que he tratado de quitarles el polvo antes de sentarme.
La tradición local conecta esta cueva con la famosa cueva de entierros cerca de Icod, en la costa norte; esto daría un túnel de 8 millas de largo y 11.040 pies de altura. Muchos relacionan los deshielos con el flujo y reflujo de la marea y otros cuentan que con la sonda de muchas brazas no pudieron tocar fondo..."

Olivia Stone25 en su obra "Tenerife and its six satellites" escrita en 1887 dijo: "...esta cueva es destacable por su situación, su formación y su contenido.  Se encuentra a 11.000 pies... La cueva está formada por lava porosa y sin embargo está llena en verano y en invierno de nieve congelada y de hielo... Probablemente se formo a partir de una burbuja de lava... La entrada está a un lado de la cúpula dando al norte, por lo que el sol no penetra profundamente en ella...  Seis meses al año el Pico está cubierto por la nieve siendo en estos momentos cuando el viento la introduce en la cueva...

La entrada está a catorce pies de altura del suelo de la cueva...

La pared de la entrada está inclinada hacia el interior, por lo que una vez dentro es imposible salir sin ayuda... Bajo la misma entrada están los restos de la escalera de Pazzi Smyth, que no sirve para nada ya que solamente le quedan dos peldaños. La cueva no es muy grande. La forman tres brazos: hacia el norte, al suroeste y al sureste; todos están llenos de agua y un substrato de nieve congelada. El brazo ubicado tas la escalera está parcialmente obstruido con piedras de lava y las rocas bajo la entrada sugieren por su forma que parte de la entrada se ha derrumbado. Algunos rocas y tierra que cubren el suelo bajo la entrada forman una base seca de una o dos yardas cuadradas..."

M.E. Cotteau26 en 1888 relata: "...la Cueva del Hielo, profunda caverna donde, en cualquier época del año, hay nieve mezclada con agua helada. Aquí no hay rastro de sendero (nota: referido a la forma de llegar a la cueva)..."

M. Bouquet de la Grye43 en 1888 relata: "...Nosotros salimos a nuestra vez, echando un vistazo, durante el descenso, a la cueva de hielo, fenómeno aún inexplicable de este misterioso Teide, donde encontramos no lejos de una salida de vapores, que llamamos fosa nasal del pájaro carpintero, una grieta. lleno de agua y hielo, y esto en medio de rocas tan agrietadas, de escorias tan porosas que en ningún otro lugar de la montaña podemos encontrar el más mínimo rezumamiento de agua...."

Felipe Rodríguez27, expedicionario de la comisión del Gabinete Científico de Santa Cruz de Tenerife que ascendió al Teide en 1885, escribió en el Liberal de Tenerife el 20 de abril de 1892: "...Es esta una especie de cámara de más de 40 metros de longitud por 14 ó 16 de ancho y 5 ó 6 de profundidad, no dejando al descubierto más que un boquete abierto en el techo, que por él, puede ingresarse en su interior, descolgándose por una cuerda.

El suelo de esta preciosa gruta está cubierto de hielo constantemente y sobre él hay una capa líquida como de 0.20 centímetros de profundidad, muy potable y de 1º de temperatura.

La  seguridad de encontrar siempre agua en esta cueva á tan gran altura, es motivo para que la ascensión al Pico resulte poco penosa, pues el llevarla en hombros hasta aquel sitio adonde no pueden llegar las bestias, sería sumamente difícil y molesto..."

En “La voz de Icod - Cuentos escogidos” de Leopoldo Alas28 escrito en 1897, es descrita como “…un espacio rectangular de paredes compactas que impiden la excesiva filtración y que es lo raro en medio de tantas grietas como por todos lados la rodean. Examinamos la referida cueva por una abertura cuadrada que se halla junto al techo, y vimos que contenía una cantidad de agua y varios trozos de hielo, arrojamos algunas piedras, y el sonido prolongado que producían al chocar con el líquido nos demostró que había una considerable cantidad de agua en aquel singular receptáculo. Desde el techo pendían lágrimas y carámbanos de hielo que producían un bellísimo efecto. Muchas fábulas se han inventado acerca de esta cueva; quién ha dicho que su fondo no ha podido ser medido por la sonda, quién que las aguas en ella contenidas sufren la influencia del flujo y el reflujo del mar, pero todo esto es fantástico, inspirado quizá por la situación verdaderamente rara de aquel singular depósito…”

Cipriano de Arribas y Sánchez29  en 1900, en su libro “A través de las Islas Canarias”  escribe: “…colocada al pié de un gran picacho bastante visible para servir de marca tanto más cuanto que ni la antigua cruz de madera ni el árbol central que de tal servían existen ya en dicho sitio. Tiene su abertura en un risco, siendo la entrada por el techo. Esta debe practicarse mediante una escala llevada á prevención, convidando á entrar en ella la frescura que en su interior se siente después de tantas fatigas de viaje. Su entrada colocada siguiendo el declive del terreno parece la de una escotilla de un barco. Tiene 5 varas de largo incluyendo una especie de cola ó abertura que forma hacía la parte interior de tres pies y de ancho en su mayor extensión de 2 ¾ de vara castellana perpendicularmente á esta entrada se ven algunos riscos elevados, sobre la superficie del agua, cosa de medio pié, donde naturalmente va  a afirmar sus pies el que desciende á ella. Colocada la escala de soga á las 3 y 15 minutos bajé á la cueva y apoyado en los riscos susodichos me fue fácil examinarla. Su figura es la de un triángulo isósceles que corre de E. NE. al O. SE. La base que mira hacia el primer punto cerca de la cual está la entrada tendrá 9 ½ vara y de ella al extremo opuesto poco más de 40. El piso fuera del risco es de un duro hielo cubierto de media vara de agua limpia, transparente y muy fría, 'formando ondulaciones en su superficie, merced a las gotas de agua que caen de lo alto por el ángulo del O. SO,, ángulo por el que aparece un rayo de luz, que atraviesa por una pequeña  grieta de la peña. Este ruido y movimiento del agua hizo creer á alguno que hervía y ha dado también pábulo á que roto el hielo habría de salir por la abertura el agua a borbotones. Así mismo  es incierto que con un escandallo de 5000 brazas,  no se haya encontrado fondo en la cueva, pues es bien tangible que en verano solo alcanza unas 4 varas de profundidad. Esta agua baja de depósitos más altos  ó quizá de sifones térreos y como en invierno  llenase la cueva nadie ha podido ver su fondo. La congelación del agua débese a la rápida evaporación de dicho líquido, que por circunstancias especiales allí sucede. La techumbre de la gruta viene a ser una bóveda perfecta,  4 1/2 varas de la superficie del agua, formada de grandes peñascos, íntimamente enlazados cuya curvatura llega casi a tocar con el líquido…”

Pedro Bethencourt y Picó30 escribe en el periódico Diario de Tenerife del 24 de abril de 1901: "... me detuve a visitar la célebre Cueva de la nieve, en la que se conserva aun en los meses de mayor calor, y cuyo techo destila sin cesar muchísimas gotas de agua..."

D. F. Weisgerber31 relata en su viaje a Tenerife en 1905 (ascendió al Teide en 1901): "... la entrada de una caverna profunda, donde la nieve y el hielo persisten durante todo el año. Los lugareños afirman que se comunica con Icod y que sirvió como necrópolis de los guanches... "

J.M. Villasclaras32 la describe en “La región Canaria el 24 de agosto de 1911 explicando que “…<<está formada de peñascos quemados, pero de unión tan admirable y con un asiento tan sólido, que sostiene agua,  hielo, nieve,  salitre y excelente cristal. La puerta (ó más propiamente la ventana, pues queda casi á nivel del techo) tiene tres varas de alto y cuatro de ancho»”.

En el Boletín de la Real Sociedad Económica de Amigos del País33 de fecha 1 de enero de 2009 se relata “Una excursión al Teide” realizada en 1915. Los miembros de la expedición realizan la siguiente descripción: “…se encuentra nieve en ella en toda época, constituyendo un inagotable depósito. Su entrada es pequeña y de forma redonda, descendiendo una escalera de mano se aprecia en su interior un pequeño lago, en cuya superficie flotan grandes masas de hielo y a cuya entrada se encuentran dos grandes montones, de tres a cuatro metros de largo y de uno y medio de alto, de nieve. Hacia el fondo de la cueva se puede apreciar una estalactita de grandes dimensiones (de un metro y medio) a la cual no se puede llegar por hallarse a gran distancia y estar circundada de agua por todas partes, y en cuyo sitio hay una gran profundidad…”

A.J. Benítez34  en 1916 en su “Historia de las islas Canarias” recogió: “… se halla la Cueva del hielo (3366 metros), la cual está formada por una de aquellas canales de lava que suelen avanzar en las grandes corrientes volcánicas. Dividida esta cueva en tres ramales, uno de ellos se dirige hacia arriba, y los otros dos, que cortan en ángulo obtuso, hacia abajo. Deslizándose la corriente por la ladera, al tropezar en el obstáculo que q su curso se oponía, se dividió en dos ramas, cada una de las cuales, como la misma corriente principal, formó un canal de lava. –Cita las descripciones del Barón de Fritsch y Viera y Clavijo─ …─También menciona que en la cueva se encontraron restos aborígenes (Supuestamente por confusión con la cueva del salitre)."

En mayo de 1922 el “Barón de Imobach35” (Francisco P. Montes de Oca García) relata en La Gaceta de Tenerife una curiosa historia que le cuenta el “pastor Isidro” relativa a  don “Diego de Funes,” bachiller en medicina y agraciado con los repartos del Adelantado: “… es fama que el tal Funes, sufría de la enfermedad la lepra elefanciaca, y que sanó totalmente, tomando semanal un baño en «La Cueva del Hielo», a más espolvoreándose con azufre y bebiendo de quince a quince días, una dosis de polvos hechos de la raíz de la violeta del Pico con un poco de vino blanco añejo, permaneciendo en estas Gañidas largo espacio de tiempo y gozando de estos aires y de sol, que tanto fortalece a nuestros cuerpos…”  Esta historia dio como resultado que durante una época a la cueva del hielo se la conociese como “EL BAÑO DE FUNES”. Continúa el relato con la descripción de la cueva: “… y estamos en la boca de su entrada. Esta bellísima caverna, solo conserva en su seno aguas, aguas-lágrimas, aguas-plata, aguas-perlas que destila dentro de ella las frescas pupilas, los húmedos cabellos del viejo pero viril y fogoso Echeyde, transformadas allí en heladas y alabastrinas estalactitas que dan un aspecto arquitectónico de palacio encantado, de morada de hadas mitológicas.

Ya la diadema que orlaba los apriscos del orificio de entrada de la célebre Cueva del hielo, colocada al pié de un gran picacho bastante visible para servir de marca,…, solo para bajar a su fondo han puesto los neveros moderna escala, rústica escala de pino, desde cuyos peldaños vemos el interior de aquella alberca recordando que allá fue el medicinal baño  del leproso Bachiller médico don Diego de Funes…”

El diario Las Palmas36 recoge en sus páginas del 11 de mayo de 1926, con motivo de la preparación del Congreso Geológico Internacional:  "... En la Cueva del hielo se ha colocado una escalera de hierro para el más fácil descenso a la famosa gruta..."

En 1926 la “Revista Ibérica37” número 641 de 28 de agosto de 1926 recoge la descripción hecha por los geólogos que visitaron el Teide: “… es una gran ampolla en las lavas con una entrada cerca del techo, por la que una larga escalera de hierro permite el descenso. Su fondo tiene siempre una gruesa capa de  agua helada, y ahora está, además,  adornada toda ella de estalagmitas y estalactitas de hielo y con grandes montones de nieve entrados por la claraboya…"

Fray Albino38, Obispo de Tenerife en el libro que describe la excursión que hizo al Teide en agosto de 1927 escribió: "... hemos llegado también nosotros a la famosa Cueva del hielo, que efectivamente está muy honda. Pero no es difícil actualmente la bajada, porque el Ayuntamiento de la Orotava ha puesto una escala de hierro, que desciende al centro de la cueva. Gran parte de ella está llena de agua; pero hacia los rincones más oscuros, el agua se convierte en hielo, el cual, según dicen los arrieros, por mucho que se saque, nunca se acaba. Por las paredes de la cueva hay en muchos sitios una sustancia blanquísima, quo a la vista parece enteramente nieve. Pero, cuando se la coge en las manos. se ve que no: es una especie de salitre muy fino, con mezcla tal vez de sosa o de potasa...

La Cueva del Hielo, con todos estos elementos, resulta muy hermosa; y cuando en ella penetra por el boquete de entrada el sol, forma dentro un contraste tan fuerte de luz y sombras, siempre durísimas, que resulta verdaderamente fantástica y encantadora. Por eso la hemos visto al atardecer y hemos vuelto a bajar de nuevo a ella al día siguiente por la mañana..."

Julio Leclercq39 escribe en el periódico La Prensa del 6 de junio de 1929: "... Esta nevera natural se abre en medio de una corriente de lava, a poca distancia de un sitio en el que habíamos encontrado ardientes vapores de agua: siendo ésta una de las no pequeñas curiosidades que ofrece el Teide. Su fondo está lleno de una gran acumulación de nieve que no se funde ni aún bajo los más intensos calores. A ella van a provisionarse los habitantes de la isla para la confección de los sorbetes. En derredor de esta morada del frío, reina un calor atroz..."

Hildebrando Padrón Rey40 escribe en La Gaceta de Tenerife del 16 de julio de 1931  “…Al sentirse uno solo dentro de ella, y observar sus grietáis profundas, con sus muzgosidades por los bordes, con las telarañas espesas y negras, so llega hasta pensar que de aquel rincón oscuro va a salir un escarabajo muy grande que se come a una persona entera. Pero no, allí no hay sino una temperatura  envidiable y se come la nieve como estamos acostumbrados a comernos la horchata.”

F.P. Montesdeoca41 escribía en la Gaceta de Tenerife del 23 de noviembre de 1934 “…subí al volcán con unos Ingleses; al bajar, entramos en la "Cueva del Hielo" y cuál sería mi sorpresa, al ver  que los témpanos mayores que formaban columnas hablan desaparecido; seguramente, con los fuertes calores se derritieron, se hicieron agua. Cuando esto sucede en Noviembre, dicen los viejos neveros:”

El agua del cielo caerá con demasía;
el río se hará intenso y los "magos"
tendremos que "alarnos” la manta hacia adelante
lo propio que los señoritos, sus capotes a las orejas;
conque oído a la caja, que el "canto antiguo" ya lo dice:

"Si se posare en el Pico
nubecilla, muy rastrera,
como Dios pintó a Perico,
el señorito de "afuera"
sea pobre, o fuese rico
cúbrase en la capotera

El Catálogo espeleológico de Tenerife42 publicado en 1995 la describe de la siguiente forma: "La entrada de la cueva es un pozo de 6 metros que da acceso a una sala de 7 x 11 metros aproximadamente, con una prolongación hacia el norte de 6 metros".


Fuentes

  • Biblioteca Municipal Central de Santa Cruz de Tenerife. TEA.
  • Archivo del Ayuntamiento de La Orotava.
  • Archivo Histórico Provincial de Santa Cruz de Tenerife.
  • Buscador Jable – Internet. U. de Las Palmas de Gran canaria.
  • Biblioteca propia.
  • Memoria digital de Canarias (Internet).
  • Royal Society Publishing (Internet).
  • Gallica bibliothèque numérique (Bibliothèque nationale de France - Internet)
  • Biblioteca Virtual del Congreso de los EEUU.
  • Google.

  • Bibliografía - Resumen histórico



  • Redactado a partir de los extractos históricos de la bibliografía específica.

    Bibliografía - Extrayendo hielo y agua de la cueva


  • Excursión al Teide. Fray Albino G. M. Reigada. La Gaceta de Tenerife. 11/09/1927


    Bibliografía - Descripciones de la cueva del hielo
    1. History of the Royal Society of London. A Relation of the Pico Teneriffe. Thomas Sprat. 1667.
    2. Las memorias del comerciante irlandés Bernardo Valois. Agustín Guimerá Ravina (Gobierno de canarias - AHP - 2005). De las memorias de Bernard Walsh (Bernardo Valois).1687.
    3. Histoire générale des voyages. Voyage au Pic de Tenerife. J. Edens. 1715
    4. Voyage aux Isles Canaries... L. Feuillée  . 1724
    5. Observations Made in Going up the Pic of Teneriffe Thomas Herberden y William Herberden. 1752
    6. Descripción de las Islas Canarias. George Glas. I. de Estudios canarios. 1764.
    7. Noticias de la historia de las Islas Canarias (Tomo III – Capítulo IV – Descripción del Pico de Tenerife). José de Viera y Clavijo.1772.
    8. Relation du voyage á la recherche de La Pérouse. J. Labillardiere.1791.
    9. Manuscrito de B. Cologan Fallon. Septiembre de 1799.
    10. Relation Histórique du voyage aux Régions Équinoxiales du Nouveau Continent. Alexander von Humboldt. 1814-1825.
    11. Letters from the Canary Islands. D.Jay. Browne. Boston. 1834
    12. Viaje al Pico de la Isla de Tenerife. Manuel Ossuna Saviñón.1834.
    13. Description Physique des Isles canarias. L. De Buch. 1836. 
    14. Narrative of a Voyage to Madeira, Teneriffe and Along the Shores of the Mediterranean. W.R.Wilde. 1840.
    15. Un viaje a las Islas Canarias. Víctor Santos Pruneda. 1848.
    16. Teneriffe, Astronomical Experiment. C. Piazzi Smyth and Mrs. Anne Duncan. 1856.
    17. Reisebilder der Canarischen Inseln. Karl Von Fritsch. 1862.
    18. Wanderings in West Africa. From Liverpool to Fernando Poo. Richard Francis Burton. 1863.
    19. Diccionario de historia Natural de las islas Canarias. Biblioteca Canaria. 1866.
    20. Eine Besteigung des Pik von Teneriffa. E. Haeckel. 1870.
    21. Voyage aux Iles Fortunées : lettres des Canaries. Jules Leclercq.1880.
    22. The Voyage in the Sunbeam, Our Home on the Ocean for Eleven Months, Anne Brassey. 1881.
    23. La Revista de Canarias. 1881.
    24. To the gold coast for gold. Richard F. Burton. 1883
    25. Tenerife and its six satellites. Olivia Stone. 1887.
    26. Une ascension au Pic de Ténéuiffe. M.E. Cotteau. 1888.
    27. El Liberal de Tenerife. 20/04/1892. Felipe Rodríguez.
    28. La Voz de Icod. Cuentos Escogidos. Leopoldo Alas. 1897. 
    29. A través de las islas Canarias. Cipriano de Arribas y Sanchez.1900.
    30. Periódico Diario de Tenerife. 24/04/1901. Pedro Bethencourt y Picó.
    31. Revue générale des Sciences. D. F. Weisgerber. Huit Jours a Tenëriffe. París. 1905.
    32. La región Canaria. J.M. Villasclaras. 1911.
    33. Boletín de la Real Sociedad Económica de Amigos del País del 1 de enero de 2009. Una excursión al Teide. 1915.
    34. Historia de las islas Canarias. A.J. Benítez. 1916.
    35. La Gaceta de Tenerife. Barón de Imobach. 1922.
    36. Diario Las Palmas. 11 de mayo de 1926.
    37. Revista Ibérica núm. 641 de 28 de agosto de 1926.
    38. Excursión al Teide. Librería y T. Católica. Fray Albino G. M. Reigada. 1927
    39. La Prensa. Julio Leclercq. 6 de junio de 1929.
    40. La Gaceta de Tenerife. Hildebrando padrón Rey. 16 de julio de 1931.
    41. La Gaceta de Tenerife. F.P. Montesdeoca. 23 de noviembre de 1934.
    42. Catálogo espeleológico de Tenerife. Museo de Ciencias Naturales. Cabildo de Tenerife. 1995
    43. Une ascension au Pic de Ténériffe -  M. BOUQUET DE LA GRYE - 1888

    Bibliografía complementaria:
    • Viajeros Ingleses en las Islas canarias. José Luis García Pérez. 1987.
    • Antecedentes históricos del Teide y las Cañadas. Tomás Méndez Pérez. 2000.
    • Los pozos de nieve en Tenerife. Salvador Miranda Calderín. 2003.
    • El descubrimiento científico de las Islas Canarias. Fundación Canaria Orotava de historia de la Ciencia.  2007.
    • Fuentes Inglesas del Siglo XVIII. Francisco Javier Castillo. Universidad de La Laguna.
    Trabajo de campo:

    El trabajo de campo realizado en la cueva se realizó con la colaboración de Goyo Oliva y los correspondientes permisos del Parque Nacional del Teide.


    El artículo en la prensa:

    En el Diario de Avisos Digital:

     

    En el Diario de Avisos impreso:

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    El trabajo en el Boletín de la red de Parques Nacionales número 38 (mayo.junio-julio 2015)  que edita el ---   Acceso a los Boletines del Ministerio



     
     Pulsando sobre las imágenes se accede al boletín completo o directamente al trabajo.

    2 comentarios:

    1. Macho, vales lo que pesas; vaya trabajo para lograr esa referencia tan explicita; un abrazo Rafael.

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    2. Magnífico trabajo. Gracias.

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