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martes, 14 de enero de 2025

LOS QUE HAN SUBIDO AL TEIDE: MARMADUKE ROYDEN - 1648

El comerciante y anticuario Marmaduke Royden (Rawdon) subió al Teide en el mes de agosto de 1648, trasladándose desde su residencia en La Laguna a la ciudad de La Orotava para iniciar el ascenso al pico al amanecer.


Fuente: “The Life of Marmaduke Rawdon...” - London - 1863

TO HIS HONOURED FRIEND, Mr. MARMADUKE RAWDON, IN THE CANARIES

A SU HONORABLE AMIGO, EL SEÑOR MARMADUKE RAWDON, EN CANARIAS

"También tuvo el deseo, mientras estuvo en esa isla, de subir a una alta montaña llamada el Pico de Tenerife, que tiene nieve e hielo todo el año. Sir Walter Raighley y otros hombres eruditos consideran que es la tierra más alta del mundo; así que, en compañía de varios caballeros ingleses, holandeses y alemanes, en número de dieciséis, además de los sirvientes, a mediados de agosto, con caballos y mulas cargados de vino y provisiones, partieron de la ciudad de La Orotava y viajaron todo ese día a caballo hasta que llegaron al pie de la montaña, donde permanecieron esa noche, donde les llegó un aire frío muy amargo y abrasador que llegaba de lo alto de la montaña, donde habían pasado la noche, era tan frío como si hubieran estado en Francia, que algunos de los miembros de su grupo se encontraron por la mañana, después de haber dormido, tan entumecidos que no pudieron continuar su viaje; pero para evitarlo, el señor Rawdon y un tal señor Cowlinge, un caballero de Yorkshire, no quisieron dormir, sino que pasaron la mayor parte de la noche haciendo grandes fogatas con bromo español y otros materiales combustibles que crecían por allí, con los que mantenían sus miembros en movimiento y flexibles, de modo que por la mañana, alrededor de las cuatro de la tarde, su guía les pidió que se pusieran en marcha. Así que fueron a pie, con dos zapatos de una sola pieza, hechos a propósito, según las costumbres del país, como los que usaban los cabreros para trepar las rocas, ya que no son tan propensos a resbalar como otros zapatos. Así que todos se esforzaron por seguir a su guía, pero algunos se quedaron un cuarto del camino, otros la mitad del camino, y no pudieron avanzar más, pero el Sr. Rawdon subió muy bien y fue la segunda persona en subir al pico, siendo solo un caballero alemán antes que él. Llegaron a la cima de este pico alrededor de las siete en punto: la cima es un lugar de cría de unos tres o cuatro kilómetros de profundidad, hueco, como una olla de cobre poco profunda en la que la gente comúnmente hierve pescado; La razón es que antiguamente brotó y se incendió, como se ve por las piedras pómez y otras piedras quemadas que aún quedan allí, y de allí voló en abundancia a varios lugares de la isla. Hay dentro de la tierra un fuego que todavía continúa allí, y sale humo de varias grietas, donde, si mantienes la mano un rato, se cubrirá con una materia sulfurosa como azufre, y hay una cantidad de azufre que se encuentra allí y que venden en las tiendas. Se cree que en algún momento u otro esta gran montaña tendrá un ataque de calor y enviará una ráfaga de fuego, azufre y piedras, con gran perjuicio para los lugares adyacentes. En la cima de esta montaña se detuvieron durante un día, con un sol claro por la mañana, gracias al cual vieron seis de las siete islas Canarias, una de las cuales estaba a ciento cincuenta millas de distancia del lugar que veían, y las que estaban a veinte, treinta y cincuenta millas de distancia las mostraron de cerca; pero de la isla de Tenerife en la que estaban, aunque tiene setenta millas de largo y quince millas de ancho, no vieron ni un poco más que parte de la montaña en la que se encontraban, pues había una interposición de nubes entre ellas y la tierra. Parecían estar en la región media, con las nubes tendidas como vellones de lana debajo de ellos.

Mientras se encontraban allí, el señor Rawdon llamó a su guía, que era un muchacho robusto y corpulento, el más alto de todos los del grupo, le dio una moneda y le dijo que quería que lo cargara sobre sus hombros y que después no cargaría a nadie más, lo que le prometió hacer; así que, cuando estuvo sentado sobre sus hombros, miró a su alrededor y dijo al grupo: «Ahora soy el hombre más alto del mundo y el cielo más cercano a cualquier hombre viviente». Después de que se hubieron satisfecho de mirar a su alrededor y de haberse refrescado con vino y provisiones que les habían traído, después de una hora u hora y media de descanso, bajaron a su estación donde estaban sus caballos, donde tuvieron una muy buena cena; y, habiendo cenado, montaron a caballo y regresaron por el mismo camino por el que habían venido a la ciudad de Orotava de donde partieron."



Fuente: “The Life of Marmaduke Rawdon...” - London - 1863

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